La felicidad, en las pequeñas cosas

Atrás quedó el fin de semana. Si hoy miramos el diario o prendemos la tele nos encontramos con informaciones como la tragedia en Dolores, en la que el chofer de un micro cruzó un paso nivel con las barreras bajas provocando la muerte de 17 personas y cerca de 50 heridos. Y mientras intentamos buscarle explicaciones a la imprudencia del conductor, vemos los 21 goles que dejó la quinta fecha del torneo Clausura, para seguir luego con la victoria de Zapatero en España logrando que el socialismo siga en el poder. Por acá esas cosas no pasan, no? Pero no hay tiempo para la reflexión, porque ya viene otro tema: parece que van a hacer un censo en el Gobierno de Buenos Aires para descubrir a los ñoquis... cuántos habrá que ya están armando las valijitas? Al que parece que también lo metieron en una valijita es al mono tití del zoológico de La Plata. Claro, no es una pavada: el animal está valuado en cinco mil dólares. Lo que tampoco es una pavada (o si?) es esta noticia que llega desde Holanda: desde septiembre va a estar permitido tener sexo en lugares públicos, siempre y cuando lo hagan de noche y sin dejar “rastros”. Pero claro, para que vean que en Argentina también tenemos propuestas “progres”, parece que va a haber un cambio en la política oficial sobre la tenencia y oferta de drogas, que podría considerarse un primer paso hacia la despenalización de la marihuana. Con tanta información, ya estamos tan quemados que ni falta hizo recurrir a ninguna sustancia.
Entre toda esta marea de información, estamos nosotros intentando, primero, ser, y después, felices. Y todo esto me recuerda a un ensayo de Zizek que publicó Perfil ayer, titulado “¿Felices de torturar?” y que habla sobre esta necesidad del hombre de ser feliz, y cómo hay por detrás toda una disciplina (en dos vertientes, una sociológica y otra psicológica) que busca explicar este fenómeno y las condiciones que nos permiten acceder a ella. Muy interesante, por cierto, con toda una introducción en la que aborda el tema de la sexualidad y la masturbación (para que se horroricen los más conservadores). Sin embargo, habla de una felicidad teórica, de esas que nos cuesta imaginar. Algo como la felicidad total, que parece inalcanzable. Y yo pensaba que cada uno hace cosas cotidianas para ser feliz. El viernes pasado, Em nos propuso pensar en esas pequeñas cosas que nos hacen felices. Me atrevo a tomarle prestada la idea, y a proponerles el ejercicio. Se trata de enumerar cosas como: “Caminar descalza por la casa” o “Leer un buen libro tirada en el sofá”... todas las que ustedes quieran.

Buen comienzo de semana!